lunes, 9 de diciembre de 2019

BÚHO SOBRE EL DELIRIO (FRAGMENTO)



III

Oír que la materia deletrea su peso,
escuchar el ronroneo que hace contra sí mismo el silencio,
ver cómo cae el cuerpo atrapado por el impulso de sus límites, 
rompiendo de pronto ese dique que la oscuridad usó antes solamente para sí misma.


Ver de pronto ese peso, esa inmovilidad pasando velozmente,
oscureciendo con su sombra velocísima
esa parte de nosotros donde la contemplamos con armas más frágiles que el dolor,
y su caparazón apetecedora de peso muerto.


IV

De pronto se ensordece, cuando el silencio o la locura saca las castañas del fuego,
resegando lo que crecía sin trasplantarlo a su propia sombra,
a su boca construida con una mandíbula ajena.


Decaído o plegándose, embovedar las alas,
engaviar lo reunido, lo que va a levantarse y a girar 
bajo la bóveda construida con el peso irreal de las alas,
lo que tiene en su peso su habilidad de esguince,
si el vuelo es esa forma, ese jadeo mezclado a las castañas 
que están como siempre en el fuego,
reproduciendo la mano del silencio 
o esperando la mano de la locura que va a sacarlas.
Conquistar los despojos, hacer crujir las brasas,
aspirar ese olor quemado que suelta la sombra, 
la boca construida con mandíbula ajena.
El silencio que cuida su propia mano 
(lo que es su sombra, se alarga sin cesar).
Si la reunión está sorda, el silencio no miente,
pero en las castañas que están en el fuego,
el intruso aparece a la expectativa.

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