Ya no será necesario que huyan,
he estado mordiendo pacientemente vuestros corazones,
esperando el soñado contagio,
esperando el soñado contagio,
pero ha sido inútil, ustedes le temen a su propia divinidad,
y de sus corazones huyó el hombre que un día quisieron ser.
Todos quisimos serlo, arrebatamos para nosotros,
ponernos en nuestras propias manos;
ponernos en nuestras propias manos;
pero esta vez tuvimos miedo,
pero esta vez tuvimos gestos que no propiciaron el alba,
carecimos de la demencia necesaria,
nuestra locura no fue de orden divino,
nuestra locura no fue de orden divino,
y tampoco lo fueron nuestro amor y nuestro odio.
Inoculados de una guerra y de un poder extraño a nosotros,
vacíos hasta la indigestión del vacío,
vacíos hasta la indigestión del vacío,
sentados a una mesa ganada a nuestra vida,
sentados a una cultura ganada a nuestro amor,
sentados a una cultura ganada a nuestro amor,
ordenados hasta el desorden, prudentes hasta perder el juicio,
sonriendo hasta que la sonrisa nos cubre los ojos,
sonriendo hasta que la sonrisa nos cubre los ojos,
hemos razonado acerca de todo esto, hemos hecho
Ciencia de todo esto, Arte de todo esto,
Ciencia de todo esto, Arte de todo esto,
y en nuestra boca un reino de insectos
ha construido un reino de frases
ha construido un reino de frases
complicadas y dulces, inteligentes y veloces,
y por los pasillos de este lenguaje
y por los pasillos de este lenguaje
se oyen las pisadas de los dioses muertos.
¿Muertos de quién?
¿A causa de qué enfermedad vergonzosa o de qué triunfante senectud?
¿A causa de qué enfermedad vergonzosa o de qué triunfante senectud?
Ah, he caído en la trampa, me proponía escudriñar mi lengua
y estoy diciendo el manoseado discurso, la quebradura de cabeza,
el dolor atrapado por un lance de la eternidad que tal vez olfateamos.
¿Quién conoció la antigua desnudez de las danzas humanas?
¿Quién conoció las ricas vestiduras con que los hombres,
armados con el silencio de sus dioses,
armados con el silencio de sus dioses,
se volvieron hacia el mundo sedientos de sí mismos?
La gracia de los labios, las cabezas inclinadas
como donaires de una
como donaires de una
[ luz poniente,
la cacería al alba, bajo el sonido de los cuernos,
de nuestros más acreditados apetitos,
de nuestros más acreditados apetitos,
¿quién podrá repetirlos ahora?
Una ración de ley, un paisaje donde la noche
es una costumbre de raza,
es una costumbre de raza,
un equilibrio, un juego de dados,
el golpe del vaso de cuero sobre la mesa;
el golpe del vaso de cuero sobre la mesa;
viejas ordenanzas, sepulturas dinámicas
de una Razón no prevista
y colmada de sangre.
de una Razón no prevista
y colmada de sangre.
Sí, ya no serán necesarios estos colmillos,
estos lances de cacería en el poema,
estos lances de cacería en el poema,
estas alusiones emplumadas de amor y desamor,
de cansancio y fastidio,
de cansancio y fastidio,
estas aguas donde la palabra se extiende sobre su propio ritmo
y de allí salta al poema
y de allí salta al poema
como una codiciable mujer negada a nuestro sueño.
Compréndanme o no me comprendan si quieren,
estoy cansado de que me quieran comprender,
estoy cansado de que me quieran comprender,
estoy cansado de que piensen que todo puede ser explicado,
el aire de perdonavidas de vuestros laboratorios me exalta;
el aire de perdonavidas de vuestros laboratorios me exalta;
yo no quise comprenderlos a ustedes, quise ser como ustedes
porque les he tenido miedo,
porque les he tenido miedo,
porque les daba la razón, la ponía en vuestras manos
como si ella fuera de ustedes y yo debiera pedirla.
como si ella fuera de ustedes y yo debiera pedirla.
Entonces, como comprenderán, como debieron comprender,
mis colmillos ya no sirven, han pasado de moda,
mis colmillos ya no sirven, han pasado de moda,
soy el sepulturero de mis propias palabras, aquel que amenizaba
[ vuestro tedio y vuestra arrogancia
con un tedio y una arrogancia mayores, los míos.
Y mis colmillos o capacidad de reírme,
Y mis colmillos o capacidad de reírme,
mis colmillos o manera de sollozar, de increpar,
estaban en ustedes se mordían a sí mismos
y los mordían a ustedes,
pero una extracción mundial,
practicada por los sepultureros de lo divino,
y los mordían a ustedes,
pero una extracción mundial,
practicada por los sepultureros de lo divino,
los ha arrancado de ustedes y de mí, nos ha vuelto vegetarianos
en el peor de los prostíbulos.
en el peor de los prostíbulos.
Ahora véanme sonreír con mi boca desdentada,
con mis sangrantes y dulces encías, que ya no quiero ocultar.
Pero no olviden esto, vendrán otros colmillos,
y de la Metafísica de esas mandíbulas, del opio de esa Razón,
de la lucidez de esa mordida, no podrán escaparse.
de la lucidez de esa mordida, no podrán escaparse.
Pero ahora, para ustedes y para mí, ha pasado el peligro;
éste, el que nos despertaba en mitad de la noche, el que nos
[ esperaba en mitad del amor,
aquél que nos hacía temblar y sonreír, hablar en voz baja
y pedir excusas con marchita y delicada cortesía.
y pedir excusas con marchita y delicada cortesía.
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