Te detuviste a desear aquello que mirabas,
te detuviste a inventar aquello que mirabas,
te detuviste a inventar aquello que mirabas,
pero no estabas detenido, lo que mirabas agitaba tu propio pañuelo,
hacía tus señas desde su lejanía.
hacía tus señas desde su lejanía.
Algo de eso comprendiste;
los muelles, los sitios donde la sal es una ciega sentada en el alma,
los sitios donde la espuma roe la base de todo
los sitios donde la espuma roe la base de todo
con sus pequeños dientes parecidos a la arena de lo que se olvida,
los sitios donde las viejas anclas y los motores de barcazas vencidas
se oxidan cagados por las gaviotas y los pelícanos,
los sitios donde las viejas anclas y los motores de barcazas vencidas
se oxidan cagados por las gaviotas y los pelícanos,
los pequeños tumultos blancos donde la paz
y el movimiento entrelazan sus redes a la usanza del mar,
y el movimiento entrelazan sus redes a la usanza del mar,
los sitios menos frecuentados de las playas,
los paisajes que te rodeaban sin que supieras exactamente a qué
[ distancia de tu imaginación,
a qué distancia de tus argumentos más íntimos.
Hay un cielo de navíos que los ojos contemplan
desde abajo de las lágrimas,
desde abajo de las lágrimas,
desde donde la mirada se queda sin respiración,
sin oxígeno para saber qué mira todavía y qué ha dejado de mirar.
Una eternidad que cualquiera diría gastada por el uso,
manoseada por los muertos, ablandada por la queja de los enfermos,
tocada por las lágrimas,
tocada por las lágrimas,
una tarde que se va hundiendo como un barco
en cierto paisaje tuyo.
Algo de eso comprendiste,
desconfiabas de tu deseo,
pero era tu saliva la que brillaba en los dientes de tu deseo,
pero era tu saliva la que brillaba en los dientes de tu deseo,
eras tú esa masa pastosa que alguien masticaba
pero que iba siempre a parar a tu estómago,
pero que iba siempre a parar a tu estómago,
era tuya la mano con que te decían adiós y era tuyo el pañuelo.
Por eso en mitad de la noche has vacilado,
has oído a los árboles perderse en sus ramas,
has oído a los árboles perderse en sus ramas,
has sentido al viento quedarse quieto de pronto,
como en acecho de
como en acecho de
[ algo, entre los pliegues de la cortina,
has oído a los muertos reírse en sus agujeros imitando a los topos,
has descubierto que un día vestido de mayordomo,
el olvido vendrá a anunciarte
has descubierto que un día vestido de mayordomo,
el olvido vendrá a anunciarte
que ya está servida la mesa,
y sin quererlo tú, esa noche cenarás con apetito y al final,
dejando la servilleta sobre la mesa, elogiarás complacido el menú…
dejando la servilleta sobre la mesa, elogiarás complacido el menú…
Todas las luchas libradas en el océano brillan
en esa lámpara que acabas de encender,
en esa lámpara que acabas de encender,
en esas aguas donde el horizonte desarrolla su instinto de montaña,
allá donde el cielo parece dormitar entre sus mandíbulas de abismo.
allá donde el cielo parece dormitar entre sus mandíbulas de abismo.
Puedes romper las cartas de aquella que amaste,
puedes hacer que el olvido, tu extraño servidor,
entre al pasado, los sorprenda juntos a ti y a ella y allí los atrape,
entre al pasado, los sorprenda juntos a ti y a ella y allí los atrape,
puedes fingir que eres la ropa que te quitaste, la frase que escribiste,
el número telefónico que te buscas en el bolsillo,
la dirección que no aciertas a dar.
la dirección que no aciertas a dar.
Puedes fingir que estás fingiendo, puedes simular que eres tú,
que es tu deseo y no tu olvido tu verdadero cómplice,
que tu olvido es el invitado que envenenaste la noche que cenaron juntos.
que tu olvido es el invitado que envenenaste la noche que cenaron juntos.
Puedes decir lo que quieras, eso será la verdad aunque no puedas ni puedan tocada.
Alzas tu lámpara y lo que fuiste parpadea en aquello que estás siendo,
también tu libertad te tiene entre sus manos.
también tu libertad te tiene entre sus manos.
Quisieras llorar porque la eternidad navega como una muerta,
masticas despacio tu bocado de alma, tu rebanada de ideología, tus
masticas despacio tu bocado de alma, tu rebanada de ideología, tus
[ órganos para conmoverte, tomas la servilleta y te limpias la boca,
distraídamente miras la antigua mancha de vino en el mantel…
Quisieras llorar porque la noche es un árbol
que no podemos sacudir con las manos
que no podemos sacudir con las manos
para que caigan los frutos deseados;
todo pasa mientras terminas de comer,
mientras doblas la servilleta de nuevo,
mientras doblas la servilleta de nuevo,
y tu lámpara ilumina para ti la espuma que el tiempo
deja en lo alto de las ruinas,
deja en lo alto de las ruinas,
en todos los sitios que no han resistido el oleaje del hierro,
la embestida de los discursos triunfales.
la embestida de los discursos triunfales.
En mitad de la noche algo tiembla,
en mitad de la noche te oyes hacia arriba
en mitad de la noche te oyes hacia arriba
como quien se despierta por el ruido de la lluvia,
en mitad de la noche te oyes hacia abajo
como quien se despierta por el ruido de la muerte.
como quien se despierta por el ruido de la muerte.
Y no quieres ser cómplice de los dormidos, no quieres ser cómplice
[ de los muertos,
no quieres ser traspasado por tus lágrimas,
como un trapo sucio, entonces, ¿quién eres tú?
como un trapo sucio, entonces, ¿quién eres tú?
Tal vez te gustaría ser el custodio de los reinos que la carroña acecha,
tal vez te gustaría tomar tu deseo, levantarlo
convertido en el deseo del mundo, en la base del mundo.
Algo de eso comprendiste y vacilas,
tal vez te gustaría tomar tu deseo, levantarlo
convertido en el deseo del mundo, en la base del mundo.
Algo de eso comprendiste y vacilas,
y tu vacilación te afianza en el mundo,
te da vientos para navegar,
uñas para clavarlas,
te da vientos para navegar,
uñas para clavarlas,
te invita a subir al puente de mando.
Pero aún vacilas, tal vez ese traje de marinero no es el tuyo,
pero ya es tarde, pero aún vacilas, pero ya es tarde,
pero ya es tarde, pero aún vacilas, pero ya es tarde,
intentas despedirte de alguien,
pero la mano con que deseas decir adiós
también se va quedando atrás, y ya no puedes alcanzada
aunque te inclines hacia ella
aunque te inclines hacia ella
con todo tu cuerpo, con toda tu duda de no inclinarte lo suficiente.
¿Qué cosa es tu cuerpo? ¿Qué cosa es tu lámpara?
¿Qué cosa es no inclinarse lo suficiente?
¿Significa todo esto decir adiós?
Hablabas de un deseo y también de un olvido,
hablabas de las cartas de una mujer, no se sabe si las rompiste,
no se sabe si te olvidaste de ella,
si alguna tarde caminaste pensándolo,
no se sabe si te olvidaste de ella,
si alguna tarde caminaste pensándolo,
también hablabas de una lámpara, y de un pañuelo
o de un barco …
Hablabas de algo así, no recuerdas cómo.
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