lunes, 9 de diciembre de 2019

NO HA SIDO EL RUIDO DE LA NOCHE



No, no era ese ruido,
era la respiración como una historia de hojas pisadas,
el recuerdo del vient
que moa el recuerdo de unos cabellos largos,
el chillido de un pájaro, el animal manchado por su muerte futura.


No, no era ese ruido;
al menos no lo era cuando la esperanza levantabsucabezas
[ todaa sin cortar, todaa sin que fueran cabezas,
y se quejaba dulcemente, y fraguaba pequeños arrebatos, [ exclamaciones líricas,
y una niña secreta hacía de nuestras manos cosas abandonadas.

Entonces no era el ruido de la noche,
el crecimiento de la yerba en los ojos dormidos.


El otoño no descuidaba su tarea,
las hojas secas comían por última vez 
en las manos del sol de la tarde;
pero no era el otoño el que moa las alas,
era el rumor de ese pájaro cuyas alas había crecido tanto 
hasta enredarse con el azul del cielo,
y uno ya no sabía si era el pájaro o el cielo el que volaba
oscureciéndonos el rostro.



No, no era el esfuerzo con que el amanecer desarma los astros, 
la noche vestida por la transpiración de los que duermen,
o sentada junto a aquellos que buscan en su corazón 
hasta el alba sinuosidades y escorpionede astros.

Y era también la sangre abriendo y cerrando puertas, 
la tarde que escurría del cielo desmintiendo lo azul, diciendo sí a lo blanco.

El sol retiraba suurnas abiertas,
los pájaros metían el pico en el infinito y quedaban insensibles, 
la primavera me salpicaba un hombro de polen
y alguien reía con fuerza en los espejos rotos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario