Pero mi amor no era un lujo de fuerza, una catedral arrojada al pasado
a ustedes les parecería más hermosa, mejor construida,
mejor adivinada por su muerte.
Navegación de los días otoñales,
oráculos, señales a cubierto,
mensajes caídos en el plato de la imaginación,
en la balanza de los recuerdos,
como un ruido de autos
cruzando las calles de un pueblo abandonado
mensajes caídos en el plato de la imaginación,
en la balanza de los recuerdos,
como un ruido de autos
cruzando las calles de un pueblo abandonado
como soñar que vadeamos un río
perseguidos por una patrulla policiaca.
perseguidos por una patrulla policiaca.
Pero mi amor no era un lujo de fuerza, tal vez era mi vergüenza de morir,
no estaban en mí los paseos de aquellos fantasmas
cuando la luna le entrega al amanecer los restos de la noche,
cuando la luna le entrega al amanecer los restos de la noche,
no estaban en mí aquellos signos que el hechicero maya
conjuraba en su elevación nocturna,
conjuraba en su elevación nocturna,
no estaban en mí aquellos secretos coleccionados
durante los días de lluvia por los niños enfermos,
durante los días de lluvia por los niños enfermos,
imágenes donde una delicada tortura de vivir pone pequeñas llamas
en los ojos de esos cansados niños.
La soledad mira por las rendijas de sí misma hacia la construcción
[ del ansiado palacio;
cierta sequía en el corazón que una vez se nutrió
con el vuelo de un pájaro que parecía rasgar el poniente,
con el vuelo de un pájaro que parecía rasgar el poniente,
con la música de un radio vecino, o con la imagen de aquella
[ muchacha que nunca bailó con nosotros;
sí, cierta sequía en los movimientos de ese corazón
que un día se alimentó con el aullido de los gatos, en la noche
[ penosa del primer amor.
Presentaré estos recuerdos en la alianza
de una mujer lejana con su espejo,
de una mujer lejana con su espejo,
presentaré estas deudas al pagador de los cielos que vive en el
[ zoológico en su jaula de plata comprada en abonos,
me sentaré a la mesa de aquellos
que se esconden de su hambre verdadera,
que se esconden de su hambre verdadera,
los haré que mastiquen despacio su alma, escuchando el crujido de
[ sus recuerdos,
haré que sientan en su saliva el desgarrón de una vida improbable
y de un alimento improbable.
y de un alimento improbable.
Pero mi amor, repito, pero la naturaleza de mi disfraz,
pero mi ser de lluvia,
pero mi ser de lluvia,
padeció el cuentagotas de los arrebatos más sórdidos,
más cobardes y bellos,
más cobardes y bellos,
y mis dolencias y mis bienes,
las deudas de mi sangre y mis últimas rosas;
las deudas de mi sangre y mis últimas rosas;
padecieron y cumplieron esa cadena que la Razón y la Ley han
[ forrado de terciopelo y de Ciencia.
Pero mi amor, pueden estar seguros, no era un lujo de fuerza, no
[ contaba con ninguna clase de ejércitos en formación,
con banderas flameando, con pactos ventajosos;
con banderas flameando, con pactos ventajosos;
nunca tuve valor para arrebatar la historia que me pertenecía,
no he sabido llorar al ritmo de mi vida ni al ritmo de mi muerte
no he llorado sabiamente de parte de nadie,
y esta fiereza que ahora finjo complacido al escribir estas frases
este sol negro que sale de mis manos,
este depósito verbal alumbrado por el poniente,
no estuvo en mí cuando padecí la cosecha de mi triunfo,
la cola melosa de la Victoria.
No tengo de qué arrepentirme,
pero tampoco tengo por qué decirles
pero tampoco tengo por qué decirles
[ la otra versión de mi Verdad;
la Belleza ha sido cortada de las ramas de mi amor
y la mentira vuela sobre todas las cabezas
aromando el amor que vendrá.
aromando el amor que vendrá.
Ahora observemos sin muchos aspavientos a nuestra Victoria,
llenémosle su plato de leche y de carne,
y si tiene ganas de desalojar el vientre
y si tiene ganas de desalojar el vientre
saquémosla prudentemente al jardín. Después
con un moño azul alrededor de su cuello, la dejaremos echada sobre
[ un cojín del sofá
para diversión de las visitas que vendrán esta tarde.
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